miércoles, 4 de mayo de 2011

ESTA GLOBALIZACION NO FUNCIONA

ESTA GLOBALIZACIÓN NO FUNCIONA


Para la mayoría de los habitantes del orbe existe el convencimiento de que la globalización es algo ineludible, algo necesario, sin la cual incluso no se podría mantener la civilización predominante, que es la occidental. Y decimos la occidental porque es el estilo de vivir tanto del occidente propiamente dicho, como del oriente que sigue los mismos principios, sea Japón, China o la India.

El otro extremo es la autarquía o sea el vivir produciendo, vendiendo y comprando todo en el país donde se habita. El ejemplo lo tuvimos en España en el bloqueo desde 1939 final de la guerra civil hasta 1959, en que los ministros de Franco, Ullastres y Navarro Rubio, implantaron el Plan de Estabilización como efectivo acercamiento al comercio internacional. De la autarquía hablaremos otro día, porque merece la pena su consideración con matices, de cara al futuro.

¿Cuáles son las notas de la Globalización Neoliberal? Es bueno recordar en qué consiste. En resumen:
Primero. Liberalización, el mercado mundial debe funcionar sin trabas, sin aranceles, sin proteccionismo alguno, lo que hace posible por ejemplo el desarrollo de los países emergentes, mientras aumenta el paro en los demás.
Segundo. Desregulación sea laboral o financiera, o sea que tanto el mercado de trabajo como el financiero no tengan ninguna limitación que no sea la transparencia y la honestidad propias de los mercados. Todo depende de la fuerza de los intereses respectivos que contienden. Ya podemos ver las consecuencias: en el aspecto laboral debilidad creciente de los sindicatos que trae aparejada la menor participación del mundo del trabajo en la Renta Racional, y en el aspecto financiero los desastres y quiebras que arrancaron en 2008 y aún no han terminado a pesar del gran apoyo que los bancos han tenido de parte del Estado, esto es, en último término de los ciudadanos.
Tercero. Privatización. Lo que supone que el Estado haga lo menos posible, es decir que el Estado de Bienestar (salud, enseñanza, pensiones y servicios sociales) se privatice y sea desarrollado por empresas privadas.
Cuarto. Deslocalización. Hay que producir donde cueste menos, y
así podemos ver como los capitales de todo el mundo, las principales inversiones, se van a los países emergentes, mientras decrece la inversión en los demás.
Quinto. Desigualdad y Reforma Fiscal regresiva. El neoliberalismo defiende como necesaria la desigualdad, o sea disminuir el Estado de Bienestar y bajar los impuestos a los que más tienen, porque son los que más pueden ahorrar. De esta manera, dicen, al haber más ahorro habrá más inversión y se cebará la bomba para que haya más producción y consecuentemente más empleo. Pero no es este el verdadero proceso, porque no se hacen las inversiones donde se ahorra más sino donde hay más oportunidades de negocio y de beneficio. Hoy China por ejemplo y los países emergentes.
Sexto. Disciplina presupuestaria, que no haya déficit. Esto es bajar impuestos y como no hay déficit, disminuir el Estado de Bienestar.
Por último. Propaganda. Y como dicen sus defensores, como es la única posibilidad real, es conveniente publicar con insistencia que no hay otro camino: el pensamiento único, en donde han caído la mayoría de los economistas y no digamos los políticos.

En 2008 en pleno derrumbe financiero, prácticamente todos los países acordaron (en el G20), que ante el bajón del consumo generalizado por la explosión de las burbujas, había que estimular la demanda que cayó vertiginosamente y hacerlo a través del Gasto Público; e incluso se habló de perseguir los paraísos fiscales donde reside el 25% de la riqueza mundial, y también de establecer una tasa (la tasa Tobin que pretendía grabar los movimientos de capital, 2 billones de dólares diarios) para gravar a la especulación y proteger a los países más necesitados.
Pero este movimiento, de filosofía keynesiana o socialdemócratas, apenas duró unos meses. Y los mismos que nos habían llevado al desastre, los defensores de la Globalización Neoliberal, los financieros más potentes, enarbolaron sus banderas: control del déficit y de la inflación; lo que en definitiva va acarrear una gran lentitud para salir de la crisis, especialmente en los países más afectados como el nuestro.
Para más desgracia los precios del petróleo, las materias primas y los cereales han dado un salto, y todo apunta a que al menos el de los combustibles no volverán a los precios de hace un año…

A dónde hemos llegado
Estamos sumidos en la incertidumbre en una sociedad de consumo con características bien definidas. A sabeer: la búsqueda del beneficio a veces a cualquier precio, la creencia que el dinero, el poder y el prestigio dan la felicidad, la producción de lo rentable no de lo necesario, la publicidad que crea el deseo de consumir, el crédito que proporciona los medios, y el poder que para mantener esta sociedad lo detentan unos pocos…
Pero a lo que hemos llegado es a una polarización social incrementándose la desigualdad y a un destrozo progresivo del planeta. Donde en cuanto a la polarización social con un dólar al día viven 2000 millones de personas, donde 250 personas tienen tanta riqueza como 3000 millones y 50 millones cada año mueren de hambre o de falta de higiene. Y con respecto al planeta, el agotamiento de los recursos, la contaminación y el cambio climático están anunciando la imposibilidad de seguir haciendo declaraciones, que nunca se corresponden con los hechos con los hechos. Y estávisto que no se puede ir por atajos como el de la energía nuclear, lo hemos podido comprobar y hemos visto en el Japón.

¿A dónde vamos?

En primer lugar podemos seguir con más de lo mismo, confiando en unos adelantos técnicos que lo resolverán todo y que hoy no se ven, y que sin cambiar la visión del mundo y de la forma de vivir, podemos seguir indefinidamente. Esto nos puede llevar al caos. Pero antes pensamos que reaccionará la humanidad. Esperamos que no sea de forma dolorosa con guerras y situaciones de abusos contra los derechos humanos.
Cuando nos vayamos percatando, golpe a golpe, que nos hallamos ya claramente en una época de recursos que se agotan, de cambio climático, y de injusticia social. Nos daremos cuenta (ya nos estamos dando en realidad), que se necesitará la máxima eficiencia, o sea “la utilización de las cantidades precisas de recursos para obtener la cantidad óptima de bienes necesarios”.
La cooperación y la coordinación, ambas a largo plazo, son más eficientes que la productividad y la competitividad.
Por lo tanto habrá que ir a: CONSUMIR LO NECESARIO Y PRODUCIR LO CORRESPONDIENTE.
Y esto tiene que ser no solo un modelo productivo nuevo sino otro sistema económico, y una sociedad que se rija por otra filosofía de la vida, que arraigue en las conciencias. Como un eslogan que se va extendiendo como una mancha de aceite que dice “mejor con menos”.

Pamplona 05-05-11

lunes, 28 de marzo de 2011

¡ACTIVÉMONOS!

Los ciudadanos nos hallamos en estado “desactivado” en cuanto a implicación social y política se refiere.
Los años finales de la dictadura y el periodo de transición fueron de una especialmente intensa actividad política en Navarra. Participar, opinar, promover, manifestarse eran la respuesta al cansancio por la falta de libertades y el fruto de la ilusión y de la convicción de que aquel estado de cosas podía cambiar. La edad del dictador y la aproximación a Europa junto con la relación personal con la oleada de turistas y la elevación del nivel de educación, crearon un contagio de expectativas de cambio que generaba a su paso motivación y compromiso. El cambio fue social antes de ser político.
Actualmente, por el contrario, nos encontramos distanciados de la actividad política y de sus protagonistas y hacemos zapping al verlos en televisión a mayor velocidad que con los anuncios. Atendemos a nuestros intereses personales y seguimos al fin el consejo que nos dio el dictador “haga como yo, no se meta Vd. en política”.
Como resultado, nuestra democracia sigue siendo el ensayo tímido y limitado que se diseñó en la transición para evitar salidas de carril y, peor aún, los modos de hacer política han degenerado y el insulto, la distorsión torticera del lenguaje y los argumentos, el no escuchar ni dudar ni ceder, son modos de hacer política que se dan por buenos en la medida en que son habituales. La vista y el oído se acostumbran.
Activémonos. Lo sucedido con wikileaks y países árabes muestran el poder de la sociedad cuando la coordinación se hace posible. Durante siglos el poder nació de las armas para definirse después como proveniente de Dios e imponerse a una masa ignorante, paupérrima y en busca de pastor. Somos la Sociedad más formada e informada de la historia y poseemos los medios de comunicación que al menos teóricamente serían adecuados para coordinarnos y hacernos oír. No somos menores de edad, no somos ignorantes, ni somos carne de dictadura.
La manipulación no llegará más allá de lo que le permita nuestra pasividad. La ley electoral, las listas cerradas, el estilo dictatorial dentro de los partidos de los llamados a ser padres de la democracia, la autopublicidad de los gobiernos, el secretismo de la financiación de los partidos, etc., existirán hasta que nos posicionemos contundentemente en contra y logremos tener suficientes medios de comunicación independientes.
Como se ha comprobado en el norte de África, cuando la sociedad dice basta y cada ciudadano se hace consciente de que muchos de los que le rodean piensan como él y desean cambiar las cosas, la fuerza resultante es imparable incluso en regímenes brutales. En países democráticos debería resultar más fácil imponer mejoras de calidad de la democracia. Y es que no hay democracia o ausencia de democracia sino un cierto nivel de democracia en cada país y en cada fase de su historia, y el nuestro de hoy no es para tirar cohetes ni está en camino de mejorar si no le empujamos.
Activémonos. Creamos en nuestras posibilidades. Tomemos posesión de la palabra. Hagamos que la política institucional sea una mera canalización práctica del flujo de opinión social y no un mero voto pasivo a un candidato elegido a dedo por unos pocos, que dista de ser el mejor, salvo en la habilidad para ser elegido por los pocos afiliados que controlan su partido.
La juventud actual vive políticamente en una fase de oportunidad de mejora. La democracia limitada pensada para la transición es ya insuficiente. Se impone una revisión profunda de su funcionamiento real. Hay que elevar el nivel de calidad democrática y hacer uso de los maravillosos medios de comunicación y coordinación entre personas que hoy existen, siempre que que haya independientes. Seguimos con modos de hacer política de otra época cuando ya hemos entrado en la segunda década del siglo XXI, disponemos de internet en muchos de los hogares y tenemos un alto nivel de formación. Y si logramos que el mensaje de la necesidad de una democracia auténtica se extienda, será posible y real su mejora.
Los medios para mejorar la sociedad en general y su sistema político en particular existen. Aunque no es fácil ni labor de un día, la situación invita a no demorar el aumento de implicación de los ciudadanos y la exigencia a los políticos de democratizar el sistema.
Y el primer paso es sencillo y posible, activémonos.

Pamplona 20-03-2011

lunes, 24 de enero de 2011

Los líderes que necesitamos

Tenemos en este país una deficiencia notable de cultura democrática, y se manifiesta en muchos aspectos, y quizá el más importante es el desconocimiento de cómo es el perfil de lo que es y debe ser un líder en el siglo XXI, donde no sólo sirve ejercer el poder sino el convencer.

Y esto no se debe como ciertos entendidos, mejor dicho una mayoría de ilustres críticos de la realidad de nuestra sociedad afirman: que es una cuestión genética o si se quiere étnica de nuestro colectivo nacional, de nuestro pueblo. O según otros podía atribuirse también a los residuos de nuestro largo y difícil caminar histórico hacia la democracia representativa.
Creíamos antes en los ilusionados setentas, que consiguiendo instaurar una estructura democrática era suficiente, una constitución, un estatuto, para garantizar que el que llegase a ganar las elecciones estaba acreditado como líder y además podría ser aceptable su ejecutoria y gestión subsiguiente, una vez en el poder.

Sin embargo con un análisis menos profundo y dramático, pero más expeditivo se puede llegar a detectar por qué escaseamos de suficientes líderes genuinos. Porque ocurre que los ciudadanos tampoco tenemos conceptos claros para evaluar a un dirigente.

Pero antes conviene adelantar, que hay un principio elemental y antiquísimo que dice: “no se adquiere por ciencia infusa las cualidades de un buen jefe”; ni por muchas licenciaturas o masters multinacionales y veloces que se tengan. Para mandar una nave importante, (municipio, empresa, institución, autonomía, nación, o continente), es imprescindible haber dirigido entes o amplios equipos multipersonales, en cometidos relativamente complejos y con responsabilidades materiales y económicas de entidad.

El que no ha ejercido el poder y no ha experimentado la responsabilidad del mando, le falta la experiencia necesaria que garantice su ejecutoria futura en cargos de mayor importancia por una parte; y por otra augura al cesar en el cargo, poca capacidad de enrolarse en la vida laboral, lo que presagia a su vez la necesidad de retener sillones de poder para no caer en el vacío.

Para concretar más, las notas que a mi juicio determinan y configuran lo que debe ser un dirigente o un líder político, social o empresarial son bastante diáfanas, e invito al lector a que analice a los jefes y líderes que conozca sean de la esfera pública o privada, para comprobar si las cumplen; y por otra parte se pueden hacer un autoexamen los que ocupen cargos de poder o los pretendan, sean cargos políticos en las futuras elecciones o puestos de dirigentes en general, públicos o privados.

PERFIL DEL DIRIGENTE DEL SIGLO XXI

CORAJE – VALOR
  • Conoce su misión en el ente que dirige.
  • Asume los riesgos, porque sabe a dónde ir, tiene visión.
  • Actúa, aunque a veces se vea David no teme a Goliath… lo estudia.
  • Decide con seguridad si tiene datos.
  • Delega con criterio confiando y apoyándose en lo más capaces.
  • Acepta las críticas, las valora.
  • Persevera y no se hunde fácilmente. Sabe cortar por lo sano aunque duela. Tiene energía para despedir al corrupto aunque sea su mejor amigo.
  • Gestiona el conflicto, aunque sea impopular. Sabe decir ¡basta!.

HUMANIDAD
  • Se compadece de los necesitados.
  • Escucha con suma atención porque sabe que es la manera de conocer.
  • Desarrolla y promociona a los demás. Reconoce el talento y la capacidad.
  • Trata con equidad y admite el derecho al error.
  • Gestiona la diversidad y se anticipa a los nuevos escenarios.
  • Es ecuánime, no prejuzga.
  • Dimite por razones éticas o por responsabilidad profesional.
  • Cree más en la cooperación que en la competencia.

OPTIMISMO
  • Es consciente que con una actitud positiva consigue más fácil y vive mejor.
  • Y así inspira y estimula a otros.
  • Los retos auténticos son oportunidades para él.
  • Sabe cómo gestionar los cambios, apoyándose en equipos potentes
  • Coge al toro por los cuernos, porque es un juego o un arte para él.
  • Se ríe de sí mismo y piensa que salvo la muerte “nunca pasa nada”.

AUTOCONTROL
  • Sabe cuidar su fuerza interior, que le da seguridad.
  • Sabe estar en calma ante situaciones difíciles, preparándose adecuadamente.
  • Se sabe adaptar, porque es curioso con el entorno.
  • Se cuida para soportar el estrés, con una vida sana y una hoja de ruta personal.
  • Sabe que irritarse no lleva a ninguna parte.
  • Vive el presente y lo aprovecha a fondo, para lograr un futuro mejor.

COMUNICACIÓN
  • Sabe o aprende a hablar en público y a escribir.
  • Así como estudiar y defenderse en el idioma necesario.
  • No insulta al adversario y se excusa públicamente si se pasa.
  • Pone la vida en lo que transmite, observando las reacciones del público.
  • Lo importante lo prepara en equipo, no con los más adictos, sino con los más capaces.

Creo que este es un análisis imprescindible que debemos hacer todos los ciudadanos, y los pertenecientes a cualquier entidad pública o privada, para evaluar a nuestros dirigentes, ahora y en el futuro incierto que nos aguarda, para saber quiénes son los buenos líderes. Estamos cansados de los líderes brillantes pero poco coherentes, y también de los que sólo tienen argumentos ad personam o vituperios para los adversarios. El aforismo de Lao-Tze es ilustrante:
“Al jefe bueno el pueblo lo alaba, al jefe malo el pueblo lo desprecia, y con respecto al auténtico líder el pueblo dice: lo hemos hecho entre todos”.

Juan Bautista Astigarraga
Pamplona 22-01-11
Del Colectivo Guazen